Manejo de cuencas
El término manejo de cuencas comienza a aplicarse en forma relativamente extendida en América Latina y El Caribe a finales de la década de 1960. Proviene de una traducción libre y literal del término acuñado en los Estados Unidos de Norteamérica de Watershed Management que, según la literatura, se inicia en los años 1930.
El objetivo inicial que se buscaba en los programas de manejo de cuencas era controlar la descarga del agua captada por las cuencas en cantidad, calidad y tiempo de ocurrencia. En los Estados Unidos las técnicas de manejo de cuencas se aplicaban mayormente en las cuencas de montaña, zonas dedicadas a bosques y pastos y poco habitadas y con precipitación nival.
Historia
Las técnicas eran vinculadas al manejo forestal, manejo de pastos, manejo de nieve, control de freatofitas y en general todo lo que permitía tener cierto control sobre laescorrentía. Lo usual era buscar retardar la escorrentía con lo cual se controlaba también la erosión de suelos. Sin embargo, las técnicas de manejo de cuencas pueden aplicarse para cualquier objetivo vinculado a obtener efectos deseados sobre la descarga de agua, su calidad y el tiempo o momento en que ocurre.
El hecho que se manejaban cuencas de alta montaña en los Estados Unidos (Rocosas, Apalaches principalmente en un inicio) origina que esta especialidad se desarrolle en las escuelas forestales y se vinculaba casi exclusivamente a hidrología forestal. Cuando esta especialidad llega a América Latina era poco lo que se podía aplicar de las técnicas importadas. Las zonas de alta montaña de la región Latino Americana y del Caribe, salvo las ubicadas muy al sur en Chile y Argentina, se encuentran altamente pobladas y cultivadas. Ello implica que el concepto de manejo de cuencas evoluciona a un enfoque más complejo. Primero se orienta al manejo agro silvo pastoril, es decir con fines de conservación y producción, y se recurre al uso de técnicas de conservación de suelos. En otros casos hay programas muy enfocados a la protección y el control del efecto de fenómenos extremos y, más recientemente, a la mejora de la calidad del agua. En algunos países, como en el Perú y Bolivia, se reconoce que las técnicas de manejo de cuencas ya eran ampliamente aplicadas desde períodos pre incaicos.
Enfoque actual
Con el tiempo el enfoque de manejo de cuencas se asocia a temas de gestión ambiental, de ordenación del territorio, de desarrollo regional y de gestión ambiental integrada y, por último, de todas las acciones orientadas al mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de una cuenca. Cabe recordar que lo que se debe “manejar” primero no es la cuenca en sí, sino las intervenciones que el ser humano realiza en la misma, considerando el efecto que dichas intervenciones ocasionan en la dinámica de la cuenca.
Hoy en día el término manejo de cuencas tiene un amplio rango de acepciones por lo que es necesario informarse en cada caso sobre los objetivos de los programas que se desarrollan bajo esta denominación. En los Estados Unidos de Norteamérica y en muchos otros países las técnicas de manejo de cuencas están ahora fuertemente orientadas a proteger la calidad del agua. En la región la primera reunión sobre manejo de cuencas fue auspiciada por la FAO y se realizó en Argentina en 1970. La FAO también fomentó la organización de la Red Latinoamericana de Manejo de Cuencas. La CEPAL también contribuyó a debatir el tema. Hoy en día hay una gran cantidad de programas universitarios así como proyectos y programas denominados de manejo de cuencas, que se llevan a cabo en la región auspiciadas por diferentes organizaciones, cada cual fijando sus objetivos y alcances. Será conveniente que sistemas como la red Latinoamericana adoptaran una terminología y definiciones consensuadas sobre el tema.
¿QUÉ SON LAS CUENCAS HIDROGRÁFICAS?
DEL CONCEPTO BIOFÍSICO
AL CONCEPTO SOCIOAMBIENTAL
Originalmente, la expresión ‘cuencas
hidrográficas’ se utilizó para delimitar
físicamente aquella superfi cie, espacio
o territorio natural que permitía diferenciar la distribución
de las vertientes de agua. Es decir, se
consideraba que una cuenca hidrográfica era
una porción de territorio drenada por un único
sistema de drenaje natural.
Más adelante, el concepto que ambas palabras
encierran pasó a formar parte de las propuestas
de ordenamiento territorial que hacían diversas
instituciones (sobre todo, a nivel de los Gobiernos,
tanto nacionales como locales). Bajo este
enfoque, se consideraba que la cuenca era la
unidad mínima de gestión desde la cual se podían
manejar adecuadamente las interacciones
entre los factores naturales (de tipo geológico,
biológico e hidrológico) y los factores sociales
(ligados principalmente a las actividades productivas
y de asentamiento de la población).
En la actualidad, el concepto de cuenca tiene,
sin embargo, una connotación mucho más amplia,
que rebasa su tradicional énfasis biofísico.
Es decir, se continúa considerando que la cuenca
hidrográfica es un territorio delimitado por la
propia naturaleza (esencialmente por los límites
de zonas de escurrimiento de las aguas superficiales que convergen hacia un mismo cauce),
pero también se ha establecido que la cuenca
es, esencialmente, un espacio social producido por el conjunto de las relaciones e interacciones
sociales de apropiación y uso de los recursos
que ella contiene. Es decir, los recursos naturales
y los habitantes de las cuencas poseen condiciones
físicas, biológicas, económicas, sociales
y culturales que les confieren características
particulares.
Físicamente, la cuenca representa una fuente
natural de captación y concentración de agua
superficial, por lo que esta unidad territorial
tiene una connotación esencialmente volumétrica e hidrológica. Pero, en tanto espacio social,
la cuenca debe ser considerada como una
realidad socialmente construida a partir de las
relaciones económicas, culturales, sociales y
políticas que se establecen entre los diferentes
sectores. Por ello, la cuenca refleja la historia
de formación socio-espacial que las diferentes
sociedades establecen, en el sentido de privilegiar
determinadas actividades productivas en
función de los grandes ciclos económicos que
vinculan lo local con lo global. De esa manera,
los actores sociales establecen campos y hábitos
de acción que definen la forma como organizan
su espacio y la manera como realizan sus
prácticas productivas.
Como espacio social, la cuenca hidrográfica
puede ser considerada también como un bien
común, ya que la forma como se manejan y regulan
sus recursos conlleva significativas implicaciones para grandes segmentos de la población.
La cuenca, pero sobre todo el agua que
se capta dentro de ella, son una fuente de vida
para el ser humano. Aunque, cabe subrayar,
también son una fuente de riesgo en función de
la ocurrencia de fenómenos naturales extremos
asociados con el agua —como sequías e inundaciones—,
o en función de problemas ocasionados
por los seres humanos, como en el caso
de la contaminación de aguas.
Por todo ello, los usos de las cuencas hidrográficas deberían ser regulados a través de la creación
de instituciones locales, es decir, a través
de una serie de reglas para que los costos y
beneficios del manejo de las cuencas sean socialmente
compartidos.
El diseño de dichas instituciones locales es
un proceso organizativo que, bajo la forma de
capital social, constituye un cambio en la estructura
de las relaciones entre los individuos.
Dicho cambio supone la creación o el fomento
de valores como la solidaridad, la cooperación
y la reciprocidad para facilitar las acciones de
manejo de las cuencas.Bajo este enfoque, también se puede decir que
la cuenca es un espacio en el cual se manifiestan
las identidades comunitarias, las cuales se
afianzan en la medida en que se adicionan los
aspectos territoriales y los culturales, tal como
ocurre con la fuerte identidad territorial de los
pueblos indígenas en Guatemala. En ese sentido,
la cuenca hidrográfica contiene también
una dimensión simbólica, que se manifiesta en
las representaciones sociales, los valores culturales
y los procesos de construcción de conocimientos
que influyen en la manera como
la sociedad produce y transforma su espacio
territorial.
Finalmente, la cuenca hidrográfica, en tanto
espacio social, puede ser el punto de partida
para promover iniciativas de organización,
desarrollo territorial e inversión, desde un enfoque
participativo e incluyente. Semejante
visión permitiría mayor injerencia de todos los
actores sociales directa o indirectamente relacionados,
favoreciendo, de esta manera, procesos
de democratización, empoderamiento
de la sociedad civil y descentralización para el
desarrollo sostenible.
¿EN QUÉ CONSISTE
EL BUEN MANEJO DE CUENCAS HIDROGRÁFICAS?
En un sentido amplio, ‘manejar’ se utiliza
como sinónimo de conducir o abordar la
dinámica y, o la problemática vinculada
directa o indirectamente con las cuencas hidrográficas. Pero de acuerdo con especialistas en
la materia,7
‘manejo’ es toda gestión que se realiza
a nivel de los espacios territoriales definidos
por límites hidrográficos, es decir, cuencas hidrográficas. Dichas gestiones deben considerar
lo siguiente:
• La acción genérica. Consiste en desarrollar,
gestionar, ordenar, habilitar, rehabilitar,
aprovechar, administrar, manejar, preservar,
proteger y, o recuperar las cuencas
hidrográficas. Todas estas acciones pueden
ser aplicadas de manera conjunta o
separada.
• El sujeto o los sujetos de la acción genérica.
Incluye el territorio o espacio geográfico,
hidrológico, administrativo o ecológico, en
este caso, la cuenca como zona de captación
o recepción del agua. También incluye
el o los recursos involucrados: el agua, el
suelo, la vegetación, la fauna, los minerales
y los elementos construidos que conforman
dicho espacio territorial.
•Los fines específicos que se persiguen con
la acción genérica. Es decir, los objetivos
que se buscan al realizar acciones sobre el
territorio o sobre los recursos que en él se
encuentran. Por ejemplo, captar y suministrar
agua (en cantidad y calidad deseadas),
evitar la erosión de los suelos, alcanzar un
rendimiento forestal o agropecuario deseado,
conservar la resiliencia de los ecosistemas,
producir bienes y servicios, proteger
infraestructura social y productiva, resguardar
la vida de grupos humanos, reducir los
niveles de vulnerabilidad frente a desastres
naturales, y otros.
• El objetivo u objetivos finales o de más alto nivel.
Es la meta final que se ha trazado; puede
ser el desarrollo sostenible, el mejoramiento
de la calidad de vida de las personas, el crecimiento
económico, la gestión del riesgo, el
desarrollo rural integral, u otros.
Para mayor ilustración acerca del manejo de las
cuencas hidrográficas, conviene anotar algunas
otras definiciones sobre el tema:
• Proceso de formulación y ejecución de un
sistema de acción que incluye el manejo de
los recursos de la cuenca para la obtención
de bienes y servicios, sin afectar negativamente
los recursos suelos y aguas. Debe
considerar los factores sociales, económicos e institucionales que actúan dentro y
fuera del área de la cuenca.8
• Acción de desarrollo integral para aprovechar,
proteger y conservar los recursos naturales
de una cuenca, teniendo como fin la conservación
y, o el mejoramiento de la calidad medio
ambiental y los sistemas ecológicos.
• Gestión que el ser humano realiza a nivel
de la cuenca para aprovechar, proteger y
conservar los recursos naturales que ésta le
ofrece, con el fin de obtener una producción
óptima y sostenida para una calidad de vida
acorde con sus necesidades.
Si a partir de estas definiciones se efectúa un
análisis somero, no nos resultará difícil colegir
algunos aspectos comunes; por ejemplo, la
visión de cuenca como sistema, el énfasis en
los recursos naturales (agua, suelo, bosque,
biodiversidad) y la consideración de aspectos
sociales, económicos e institucionales para
el manejo de las cuencas. Estas defi niciones,
sin embargo, no relacionan de manera directa
el manejo de cuencas hidrográfi cas con la
gestión del riesgo o la reducción de vulnerabilidad
frente a desastres naturales. Eso se
debe, probablemente, al hecho de que sea
relativamente reciente la consideración de
que un buen manejo de cuencas hidrográficas implica, de manera ineludible, la idea de
tomar en cuenta, a la vez, la gestión de riesgos
y la reducción de la vulnerabilidad frente
a desastres.
Se advierte, entonces, que un buen manejo de
8 FAO (1992). Manual de campo para la ordenación de cuencas hidrográficas. Guía FAO conservación 13/6.
cuencas hidrográficas implica una gestión integrada
de los recursos naturales, la consideración
de aspectos socioeconómicos e institucionales
y, a la vez, la gestión de riesgos. Dicha integralidad
en el abordaje de este tema conlleva
múltiples y variados desafíos; entre ellos, cabe
mencionar:
a. En lo social: que las medidas directas e indirectas
asociadas con el manejo de cuencas
como estrategia de reducción de vulnerabilidad
(y gestión de riesgo), tengan niveles
apropiados de aceptación y participación de
distintos grupos de interés dentro de los espacios
biogeográficos seleccionados (cuencas,
subcuencas y microcuencas). Es necesario
propiciar una adecuada educación y
extensión socioambiental, así como la adopción
generalizada de prácticas compatibles
con la conservación y uso sostenible de los
ecosistemas y sus recursos asociados.
b. En lo institucional: fortalecimiento de la capacidad
de los gobiernos locales, las comunidades
usuarias y distintos grupos de interés
por conocer y administrar sus recursos
naturales en función de bases sostenibles
y de normas aceptables y aplicables por la
mayoría. Adicionalmente, mejorar las capacidades
para implementar arreglos institucionales
necesarios para colectar, almacenar
y analizar sistemáticamente información
relacionada con la administración y manejo
de recursos a nivel de cuencas hidrográficas (para fines productivos y de gestión de
riesgo).
c. En lo tecnológico: que las intervenciones
de restauración o rehabilitación asociadas
con el manejo de los ecosistemas naturales y los recursos que estén vinculados con
ellos, permitan su uso sostenible y, a la vez,
consideren los aspectos del riesgo frente a
desastres.
d. En lo económico financiero: que las medidas
de manejo de cuencas hidrográficas
emprendidas permitan la generación de ingresos
y rendimientos económico-financieros,
ya sea por los bienes que se producen
o por el lado de los servicios ambientales
generados. Es necesario que las actividades
económicas —que dependen del uso
sostenible de la base de recursos naturales
y de la generación y mantenimiento de los
servicios ambientales— se den a conocer
ampliamente, de manera que se conozca
cuál es su grado de participación en la economía
nacional.
e. En lo ambiental: que las acciones de manejo
de cuencas garanticen la conservación (estabilidad
y resiliencia) de los ecosistemas y de
los recursos naturales asociados con ellas.
También es preciso que el manejo de cuencas
considere la reducción de los elementos
que ocasionan vulnerabilidad ambiental.
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