jueves, 12 de mayo de 2016

Manejo de cuencas

El término manejo de cuencas comienza a aplicarse en forma relativamente extendida en América Latina y El Caribe a finales de la década de 1960. Proviene de una traducción libre y literal del término acuñado en los Estados Unidos de Norteamérica de Watershed Management que, según la literatura, se inicia en los años 1930.
El objetivo inicial que se buscaba en los programas de manejo de cuencas era controlar la descarga del agua captada por las cuencas en cantidad, calidad y tiempo de ocurrencia. En los Estados Unidos las técnicas de manejo de cuencas se aplicaban mayormente en las cuencas de montaña, zonas dedicadas a bosques y pastos y poco habitadas y con precipitación nival.

Historia

Las técnicas eran vinculadas al manejo forestal, manejo de pastos, manejo de nieve, control de freatofitas y en general todo lo que permitía tener cierto control sobre laescorrentía. Lo usual era buscar retardar la escorrentía con lo cual se controlaba también la erosión de suelos. Sin embargo, las técnicas de manejo de cuencas pueden aplicarse para cualquier objetivo vinculado a obtener efectos deseados sobre la descarga de agua, su calidad y el tiempo o momento en que ocurre.
El hecho que se manejaban cuencas de alta montaña en los Estados Unidos (Rocosas, Apalaches principalmente en un inicio) origina que esta especialidad se desarrolle en las escuelas forestales y se vinculaba casi exclusivamente a hidrología forestal. Cuando esta especialidad llega a América Latina era poco lo que se podía aplicar de las técnicas importadas. Las zonas de alta montaña de la región Latino Americana y del Caribe, salvo las ubicadas muy al sur en Chile y Argentina, se encuentran altamente pobladas y cultivadas. Ello implica que el concepto de manejo de cuencas evoluciona a un enfoque más complejo. Primero se orienta al manejo agro silvo pastoril, es decir con fines de conservación y producción, y se recurre al uso de técnicas de conservación de suelos. En otros casos hay programas muy enfocados a la protección y el control del efecto de fenómenos extremos y, más recientemente, a la mejora de la calidad del agua. En algunos países, como en el Perú y Bolivia, se reconoce que las técnicas de manejo de cuencas ya eran ampliamente aplicadas desde períodos pre incaicos.

Enfoque actual

Con el tiempo el enfoque de manejo de cuencas se asocia a temas de gestión ambiental, de ordenación del territorio, de desarrollo regional y de gestión ambiental integrada y, por último, de todas las acciones orientadas al mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de una cuenca. Cabe recordar que lo que se debe “manejar” primero no es la cuenca en sí, sino las intervenciones que el ser humano realiza en la misma, considerando el efecto que dichas intervenciones ocasionan en la dinámica de la cuenca.
Hoy en día el término manejo de cuencas tiene un amplio rango de acepciones por lo que es necesario informarse en cada caso sobre los objetivos de los programas que se desarrollan bajo esta denominación. En los Estados Unidos de Norteamérica y en muchos otros países las técnicas de manejo de cuencas están ahora fuertemente orientadas a proteger la calidad del agua. En la región la primera reunión sobre manejo de cuencas fue auspiciada por la FAO y se realizó en Argentina en 1970. La FAO también fomentó la organización de la Red Latinoamericana de Manejo de Cuencas. La CEPAL también contribuyó a debatir el tema. Hoy en día hay una gran cantidad de programas universitarios así como proyectos y programas denominados de manejo de cuencas, que se llevan a cabo en la región auspiciadas por diferentes organizaciones, cada cual fijando sus objetivos y alcances. Será conveniente que sistemas como la red Latinoamericana adoptaran una terminología y definiciones consensuadas sobre el tema.

¿QUÉ SON LAS CUENCAS HIDROGRÁFICAS? 
DEL CONCEPTO BIOFÍSICO AL CONCEPTO SOCIOAMBIENTAL

Originalmente, la expresión ‘cuencas hidrográficas’ se utilizó para delimitar físicamente aquella superfi cie, espacio o territorio natural que permitía diferenciar la distribución de las vertientes de agua. Es decir, se consideraba que una cuenca hidrográfica era una porción de territorio drenada por un único sistema de drenaje natural. Más adelante, el concepto que ambas palabras encierran pasó a formar parte de las propuestas de ordenamiento territorial que hacían diversas instituciones (sobre todo, a nivel de los Gobiernos, tanto nacionales como locales). Bajo este enfoque, se consideraba que la cuenca era la unidad mínima de gestión desde la cual se podían manejar adecuadamente las interacciones entre los factores naturales (de tipo geológico, biológico e hidrológico) y los factores sociales (ligados principalmente a las actividades productivas y de asentamiento de la población). En la actualidad, el concepto de cuenca tiene, sin embargo, una connotación mucho más amplia, que rebasa su tradicional énfasis biofísico. Es decir, se continúa considerando que la cuenca hidrográfica es un territorio delimitado por la propia naturaleza (esencialmente por los límites de zonas de escurrimiento de las aguas superficiales que convergen hacia un mismo cauce), pero también se ha establecido que la cuenca es, esencialmente, un espacio social producido por el conjunto de las relaciones e interacciones sociales de apropiación y uso de los recursos que ella contiene. Es decir, los recursos naturales y los habitantes de las cuencas poseen condiciones físicas, biológicas, económicas, sociales y culturales que les confieren características particulares. Físicamente, la cuenca representa una fuente natural de captación y concentración de agua superficial, por lo que esta unidad territorial tiene una connotación esencialmente volumétrica e hidrológica. Pero, en tanto espacio social, la cuenca debe ser considerada como una realidad socialmente construida a partir de las relaciones económicas, culturales, sociales y políticas que se establecen entre los diferentes sectores. Por ello, la cuenca refleja la historia de formación socio-espacial que las diferentes sociedades establecen, en el sentido de privilegiar determinadas actividades productivas en función de los grandes ciclos económicos que vinculan lo local con lo global. De esa manera, los actores sociales establecen campos y hábitos de acción que definen la forma como organizan su espacio y la manera como realizan sus prácticas productivas. Como espacio social, la cuenca hidrográfica puede ser considerada también como un bien común, ya que la forma como se manejan y regulan sus recursos conlleva significativas implicaciones para grandes segmentos de la población. La cuenca, pero sobre todo el agua que se capta dentro de ella, son una fuente de vida para el ser humano. Aunque, cabe subrayar, también son una fuente de riesgo en función de la ocurrencia de fenómenos naturales extremos asociados con el agua —como sequías e inundaciones—, o en función de problemas ocasionados por los seres humanos, como en el caso de la contaminación de aguas. Por todo ello, los usos de las cuencas hidrográficas deberían ser regulados a través de la creación de instituciones locales, es decir, a través de una serie de reglas para que los costos y beneficios del manejo de las cuencas sean socialmente compartidos. El diseño de dichas instituciones locales es un proceso organizativo que, bajo la forma de capital social, constituye un cambio en la estructura de las relaciones entre los individuos. Dicho cambio supone la creación o el fomento de valores como la solidaridad, la cooperación y la reciprocidad para facilitar las acciones de manejo de las cuencas.Bajo este enfoque, también se puede decir que la cuenca es un espacio en el cual se manifiestan las identidades comunitarias, las cuales se afianzan en la medida en que se adicionan los aspectos territoriales y los culturales, tal como ocurre con la fuerte identidad territorial de los pueblos indígenas en Guatemala. En ese sentido, la cuenca hidrográfica contiene también una dimensión simbólica, que se manifiesta en las representaciones sociales, los valores culturales y los procesos de construcción de conocimientos que influyen en la manera como la sociedad produce y transforma su espacio territorial. Finalmente, la cuenca hidrográfica, en tanto espacio social, puede ser el punto de partida para promover iniciativas de organización, desarrollo territorial e inversión, desde un enfoque participativo e incluyente. Semejante visión permitiría mayor injerencia de todos los actores sociales directa o indirectamente relacionados, favoreciendo, de esta manera, procesos de democratización, empoderamiento de la sociedad civil y descentralización para el desarrollo sostenible.

¿EN QUÉ CONSISTE EL BUEN MANEJO DE CUENCAS HIDROGRÁFICAS?

En un sentido amplio, ‘manejar’ se utiliza como sinónimo de conducir o abordar la dinámica y, o la problemática vinculada directa o indirectamente con las cuencas hidrográficas. Pero de acuerdo con especialistas en la materia,7 ‘manejo’ es toda gestión que se realiza a nivel de los espacios territoriales definidos por límites hidrográficos, es decir, cuencas hidrográficas. Dichas gestiones deben considerar lo siguiente: 
• La acción genérica. Consiste en desarrollar, gestionar, ordenar, habilitar, rehabilitar, aprovechar, administrar, manejar, preservar, proteger y, o recuperar las cuencas hidrográficas. Todas estas acciones pueden ser aplicadas de manera conjunta o separada. 
• El sujeto o los sujetos de la acción genérica. Incluye el territorio o espacio geográfico, hidrológico, administrativo o ecológico, en este caso, la cuenca como zona de captación o recepción del agua. También incluye el o los recursos involucrados: el agua, el suelo, la vegetación, la fauna, los minerales y los elementos construidos que conforman dicho espacio territorial.
Los fines específicos que se persiguen con la acción genérica. Es decir, los objetivos que se buscan al realizar acciones sobre el territorio o sobre los recursos que en él se encuentran. Por ejemplo, captar y suministrar agua (en cantidad y calidad deseadas), evitar la erosión de los suelos, alcanzar un rendimiento forestal o agropecuario deseado, conservar la resiliencia de los ecosistemas, producir bienes y servicios, proteger infraestructura social y productiva, resguardar la vida de grupos humanos, reducir los niveles de vulnerabilidad frente a desastres naturales, y otros. 
• El objetivo u objetivos finales o de más alto nivel. Es la meta final que se ha trazado; puede ser el desarrollo sostenible, el mejoramiento de la calidad de vida de las personas, el crecimiento económico, la gestión del riesgo, el desarrollo rural integral, u otros. 
Para mayor ilustración acerca del manejo de las cuencas hidrográficas, conviene anotar algunas otras definiciones sobre el tema: 
• Proceso de formulación y ejecución de un sistema de acción que incluye el manejo de los recursos de la cuenca para la obtención de bienes y servicios, sin afectar negativamente los recursos suelos y aguas. Debe considerar los factores sociales, económicos e institucionales que actúan dentro y fuera del área de la cuenca.8
• Acción de desarrollo integral para aprovechar, proteger y conservar los recursos naturales de una cuenca, teniendo como fin la conservación y, o el mejoramiento de la calidad medio ambiental y los sistemas ecológicos. 
• Gestión que el ser humano realiza a nivel de la cuenca para aprovechar, proteger y conservar los recursos naturales que ésta le ofrece, con el fin de obtener una producción óptima y sostenida para una calidad de vida acorde con sus necesidades.
Si a partir de estas definiciones se efectúa un análisis somero, no nos resultará difícil colegir algunos aspectos comunes; por ejemplo, la visión de cuenca como sistema, el énfasis en los recursos naturales (agua, suelo, bosque, biodiversidad) y la consideración de aspectos sociales, económicos e institucionales para el manejo de las cuencas. Estas defi niciones, sin embargo, no relacionan de manera directa el manejo de cuencas hidrográfi cas con la gestión del riesgo o la reducción de vulnerabilidad frente a desastres naturales. Eso se debe, probablemente, al hecho de que sea relativamente reciente la consideración de que un buen manejo de cuencas hidrográficas implica, de manera ineludible, la idea de tomar en cuenta, a la vez, la gestión de riesgos y la reducción de la vulnerabilidad frente a desastres. Se advierte, entonces, que un buen manejo de 8 FAO (1992). Manual de campo para la ordenación de cuencas hidrográficas. Guía FAO conservación 13/6. cuencas hidrográficas implica una gestión integrada de los recursos naturales, la consideración de aspectos socioeconómicos e institucionales y, a la vez, la gestión de riesgos. Dicha integralidad en el abordaje de este tema conlleva múltiples y variados desafíos; entre ellos, cabe mencionar: 
a. En lo social: que las medidas directas e indirectas asociadas con el manejo de cuencas como estrategia de reducción de vulnerabilidad (y gestión de riesgo), tengan niveles apropiados de aceptación y participación de distintos grupos de interés dentro de los espacios biogeográficos seleccionados (cuencas, subcuencas y microcuencas). Es necesario propiciar una adecuada educación y extensión socioambiental, así como la adopción generalizada de prácticas compatibles con la conservación y uso sostenible de los ecosistemas y sus recursos asociados. 
b. En lo institucional: fortalecimiento de la capacidad de los gobiernos locales, las comunidades usuarias y distintos grupos de interés por conocer y administrar sus recursos naturales en función de bases sostenibles y de normas aceptables y aplicables por la mayoría. Adicionalmente, mejorar las capacidades para implementar arreglos institucionales necesarios para colectar, almacenar y analizar sistemáticamente información relacionada con la administración y manejo de recursos a nivel de cuencas hidrográficas (para fines productivos y de gestión de riesgo).
c. En lo tecnológico: que las intervenciones de restauración o rehabilitación asociadas con el manejo de los ecosistemas naturales y los recursos que estén vinculados con ellos, permitan su uso sostenible y, a la vez, consideren los aspectos del riesgo frente a desastres.
d. En lo económico financiero: que las medidas de manejo de cuencas hidrográficas emprendidas permitan la generación de ingresos y rendimientos económico-financieros, ya sea por los bienes que se producen o por el lado de los servicios ambientales generados. Es necesario que las actividades económicas —que dependen del uso sostenible de la base de recursos naturales y de la generación y mantenimiento de los servicios ambientales— se den a conocer ampliamente, de manera que se conozca cuál es su grado de participación en la economía nacional. 
e. En lo ambiental: que las acciones de manejo de cuencas garanticen la conservación (estabilidad y resiliencia) de los ecosistemas y de los recursos naturales asociados con ellas. También es preciso que el manejo de cuencas considere la reducción de los elementos que ocasionan vulnerabilidad ambiental.


 





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